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Una vida dedicada a la paz entre los Pueblos y
la dignidad y libertad para su pueblo de Palestina

Diario La Nación
Buenos Aires, miércoles 6 de marzo de 2002

Sharon, el señor guerra (ver)

Por Suhail Hani Daher Akel *

Cuando Sharon accedió al poder, anticipamos nuestros deseos de alcanzar la paz con cualquier líder israelí, pero observamos que en él está la responsabilidad de paz o guerra. Sharon demostró que no es un hombre de paz y sí, es el señor guerra.

Desactivo todos los vínculos de dialogo y activo un programa de limpieza étnica del pueblo palestino, violando la Declaración Universal de Derechos Humanos, y en pie de guerra busco humillar al gobierno palestino y al presidente democrático Yasser Arafat, creándole un cerco militar de ocupación en la presidencia de Ramallah.

Un cerco psicológico para quebrar el frente interno palestino, destruir la estructura de estado, evitar establecer el Estado Palestino con Jerusalem Este como capital y, de ese modo, intentar someterlo a sus exigencias.

Tampoco es aceptable la verborragia israelí en demostrar ser victima del “terrorismo palestino”, justificando su acción militar por su “seguridad”, desviando el verdadero sentido del conflicto, que es la ocupación de Palestina, la descalificación del pueblo palestino a la legítima defensa y la negación de sus derechos nacionales a su tierra heredada naturalmente y jurídicamente por las leyes internacionales.

Silencio ensordecedor

Con más muertes, dolor y frustración impuestos por los aviones F16, los tanques Abram M1 y el poder militar israelí, lo sorprendente, es la falta de reacción de Estados Unidos como país garante de los acuerdos. Y en su “guerra contra el terrorismo”, su silencio al terrorismo de estado de Israel y el terrorismo de colonos ilegales que generan la violencia. Generada la misma, exigen al presidente Arafat a detener la violencia.

Esta relación carnal Israel-Estados Unidos, parecería eclipsar al resto del mundo que no puede pasar de la palabra a la acción para poner fin a la ocupación israelí y la masacre del pueblo palestino, que sin dudas, también la comparte el pueblo israelí, victima de su propio liderazgo, y el silencio se vuelve ensordecedor ante el holocausto del pueblo palestino.

Sin aceptar ningún acto de terrorismo, en el conflicto palestino-israelí resaltan situaciones que llaman a la reflexión y los atan en sentido similar. Los hombres bombas palestinos degradados y humillados en su persona como consecuencia de la larga y violenta ocupación israelí, en su desesperación toman actitudes personales de inmolarse con la dolorosa consecuencia sangrienta. Por su lado, ya hay 1000 soldados israelíes de la ocupación, que degradados y obligados a manchar sus manos de sangre por sus comandantes, se niegan a servir en los territorios palestinos alegando en su declaración la hipocresía del mito de la “seguridad”, expresando: “...no tiene nada que ver con la seguridad y su única finalidad es controlar para siempre al pueblo palestino”.

El presidente Arafat, recuerda: “no olvidéis que hemos sobrevivido al Imperio Romano”. Sobre esa base, si bien Nerón incendio Roma, hoy, por sobre Nerón, Roma yace floreciente. Si Sharon intenta incendiar a Palestina, por sobre Sharon, Palestina florecerá. Deberíamos evitar más dolor y, por su propia impotencia de alcanzar la paz, Sharon deberá renunciar presentarse a los tribunales belgas donde esta acusado de crímenes de guerra y dar lugar a los israelíes comprometidos con la “Paz de los Valientes”, que permitan, por sobre la muerte, un florecimiento de Palestina e Israel en dignidad.

* El autor es Embajador de la Misión de Palestina en la Argentina

 

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