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Una vida dedicada a la paz entre los Pueblos y
la dignidad y libertad para su pueblo de Palestina

Diario La Nación
Buenos Aires, Septiembre 26, 2003

El salvavidas de la causa Palestina (ver)

Por: Suhail Hani Daher Akel

En el paisaje de la soberbia se suele tropezar con intelectuales oportunistas, cuyas plumas de plomo destilan discriminación y antisemitismo contra el semita pueblo palestino.

Diseñan la justificación de Sharon, a quien los propios israelíes intelectuales y progresistas culpan por su política insoportable. Subestiman con fábulas y buscan señalar con la pluma de la ocupación el camino que debe tomar el pueblo palestino. Acusan a los amigos de Palestina de actuar como salvavidas de plomo y omiten el plomo israelí clavado en los corazones palestinos asesinados, arrancados de sus hogares y convertidos en refugiados desde hace 55 años, a partir de la creación del Estado de Israel sobre la milenaria Palestina.

Con pluma embebida en la sangre del otro, cargan sobre la desesperación de un pueblo ocupado y hambriento de libertad, le reprochan su pasado y le señalan el futuro, práctica basada en la imposición del ocupante y no en las necesidades del ocupado.

En el festival de la crueldad, esgrimen argumentos para asegurar que se está frente a un Estado israelí creado de la nada, surgido en una tierra -Palestina- desértica, cuyos indígenas, unos pocos beduinos ignorantes, no supieron gobernar su destino. Se jactan de la destreza del colonialista que convirtió el desierto en un vergel, pero soslayan la riqueza intelectual y natural Palestina, destacada por el escritor inglés Lawrence Oliphant (1887) en Haifa, o la vida en la moderna Palestina.

La ceguera intelectual es una excusa para desconocer la realidad, que sí admiten las mentes lucidas de Israel

Omiten la verdadera historia. La negligencia parece razonable cuando se convierte en madre de la tergiversación. En el colmo del descuido, prescinden de los atlas en los que, hasta 1948, aparecía Palestina, con su capital, Jerusalén. Su pueblo alcanzaba entonces a 1.600.000 personas, descendientes de los semitas, cananeos y filisteos, con diez mil años de historia. Ellos escribieron la tradición, de Jericó a Jerusalén, de Haifa a Birsheva y del mar Mediterráneo al mar Muerto, y brindaron su tierra a los profetas.

La ceguera intelectual es una excusa para alejarse de la realidad del pasado y del futuro. Acusar sin fundamento a los palestinos de haber desechado la oportunidad de erigir un Estado propio en 1947 es negar que vivían en su propio país, donde nacieron, y que los expulsaron al mar. Padecieron la ocupación británica, el terrorismo sionista y la creación de otro Estado. Se encontraron, a mediados del siglo XX, frente a un mundo preocupado por limpiar su conciencia. A ese mundo no le importó apagar el holocausto judío a costa de encender el holocausto palestino.

El terrorismo ha sido un mito exitoso del lamentable discurso oficial israelí para desvirtuar la causa de la liberación palestina. Recordemos a los sionistas acusados de terroristas por los británicos. Sus rostros aparecían en carteles pegados en Jerusalén, en la década del 40, con el rótulo de buscados , después de que el Irgum hizo volar la Irak Petroleum Company en Haifa. El ex premier Yitzhak Shamir, en el 51er. aniversario de su grupo terrorista Stern (septiembre de 1991), avaló el "terrorismo de los extremistas judíos para crear el Estado". Admitió así que el flagelo del terrorismo se inició con los atentados sionistas contra la población palestina, sometida al terror para alejarla de su patria.

El álbum de desidias que inspira el corazón de plomo de quienes elogian a los Sansón, los Herodes y los Sharon humilla sin piedad al pueblo palestino y a su presidente elegido Yasser Arafat, a quien desprestigian, sin percatarse de que para el pueblo palestino Arafat es equivalente a los grandes libertadores que alzaron sus espadas contra el colonialismo, del mismo modo que Arafat levantó la suya contra el colonialismo israelí. Lejos de la espada hebrea que pasó por la cuchilla a los palestinos en Jericó, en 1020 a.C., (capitulo bíblico de Josué) y de la actual espada herodiana de Sharon, la de Arafat es una espada palestina digna.

Se está reconociendo a un Estado cimentado en tierras de Palestina (1948) por una resolución de la ONU, sin consultar con los palestinos, convidados de piedra a la hora de resolver sobre el futuro de su país y su pueblo.

Luego de años de desencuentros, incluido el fracaso de la cumbre de Madrid en 1991, Oslo fue, en 1993, la esperanza, una ilusión soñada para los pueblos palestino e israelí, con el apretón de manos de Arafat y Rabin. Pero esa ilusión fue obstaculizada luego por Netanyahu y Sharon. Estimularon el asesinato de Rabin, nuestro socio en la paz, y con su muerte agonizó también el Acuerdo de Oslo. Los sucesores de Rabin apuraron el fracaso de la diplomacia internacional. El vendedor de ofertas Ehud Barak intentó cambiar la soberanía palestina por el apartheid , por un Bantustan (Camp David, junio de 2000). La extinta Lea Rabin denostó a Barak: "Usted no está a la altura de la paz de los valientes. Usted tiene un socio, y es Arafat".

Como consecuencia, volvió la tempestad y trajo a los halcones de la guerra. El sabor dulce de la vida se tornó en aroma de muerte. El río de sangre se ensanchó. Atrás quedaron los acuerdos, la ONU y las iniciativas americanas. Con Sharon y la reocupación de Palestina (septiembre de 2000), todo estalló, y la palabra Intifada perforó los tímpanos. Los 55 años de la catástrofe palestina y los 36 años de la ocupación israelí regresaron como fantasmas.

El sonido de las piedras se interpuso a la potencia nuclear israelí. La infraestructura de Palestina, recientemente edificada, se volvió polvo, al igual que los mártires sembrados por las fuerzas israelíes.

El cáliz de sangre del fanatismo se derramó sobre los pueblos palestino e israelí. Y el terrorismo de Sharon destruyó la única opción de paz. El levantó un muro de apartheid para extirpar el 58 por ciento del territorio y convertir al Estado palestino en una gran cárcel y en un Bantustan sin soberanía y servil a Israel. Impulsó la "limpieza étnica". Mantuvo crucificada a Jerusalén, acrecentó los asentamientos, y todo en nombre de la seguridad de Israel, mientras que, con argucias, acomodó bajo el paraguas del 11 de septiembre de 2001 su defensa contra el terrorismo y desvirtuó el verdadero sentido del conflicto, que es la ocupación inmoral que sufren desde hace 36 años Palestina y Jerusalén.

Después de la muerte de Rabin, el sueño de paz se quebró y regresaron los halcones de guerra

Pese al veto de los Estados Unidos, la ONU, con 133 votos a favor (entre los que estuvo el argentino) y sólo cuatro en contra, exigió a Israel no deportar al presidente Arafat, resguardar su vida, poner fin a la ocupación de Palestina y Jerusalén Este y continuar con la Hoja de Ruta. La pluma de plomo de los falsos ilusionistas se quebró.

A gran distancia de éstas, las plumas dignas de los intelectuales progresistas israelíes, comprometidos con la paz de los valientes, fortalecieron la ética judía y el encuentro palestino-israelí.

En la esfera del encuentro

La ex ministra de Educación israelí Shulamit Aloni equiparó al gabinete de Sharon con el régimen nazi, el 12 de este mes. El escritor israelí Ury Avneri y otros israelíes llegaron al Mukataa (la presidencia de Palestina) en Ramallah, el 13 de este mes, como escudos humanos del premio Nobel de la Paz Arafat. La ex diputada Yael Dayan pidió la renuncia de Sharon, hace una semana. Hanna Friedman, del Comité Público contra la Tortura en Israel, acusó a Sharon de crímenes y robo de órganos a palestinos asesinados. Jeff Halper, del grupo israelí Icahad, condenó a Sharon como criminal de guerra. Los rabinos del Nuterei Carta alzaron carteles en las calles neoyorquinas: La sangre palestina no es agua . En similar dirección, el concertista argentino-israelí Daniel Barenboim -pese a la agresión en Israel- puso música a la libertad, y su pentagrama unió a niños palestinos e israelíes en el aire puro de la convivencia de dos Estados, sin esos muros del apartheid que algunos encuentran maravillosos.

* Embajador de Palestina en la Argentina

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