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Una vida dedicada a la paz entre los Pueblos y
la dignidad y libertad para su pueblo de Palestina

Diario LA NACION
Buenos Aires, jueves 12 Noviembre de 2004

La Visión Palestina
Morir en el exilio (ver)

Por: Suhail Hani Daher Akel*

Para La Nación

Con dolor y lagrimas amaneció el pueblo palestino. Su Líder había muerto. Fue un día especial. Apenas 48 horas faltaban para finalizar el Ramadán y solo 96 horas para recordar la voz de Arafat declarando el 15 de noviembre de 1988, desde Argelia, la independencia de Palestina.

Retornó a Palestina en 1994 después del largo exilio para quedarse, orar en Jerusalem, lograr una paz definitiva, restituir el Estado a su pueblo y morir en su tierra.

Sin embargo, el maltrato del cerco impuesto por Sharon, la que su salud no pudo superar por la precaria asistencia medica, se vio forzado a hospitalizarse en Paris. Y después de diez años, otra vez el sabor del exilio. Pero esta vez, la muerte lo envolvió en su propio destierro, y sus funerales, si bien Francia y Egipto le ofrecieron su peso presidencial, él estaba alejado de su tierra natal.

En Ramallah, su pueblo sorteo los muros. Querían estar cerca del padre de la patria. Su seudónimo Abu Ammar (padre de la construcción) golpeó cada rincón. “Abu Ammar ha muerto...Abu Ammar vive en nosotros”. Será sepultado transitoriamente en su destruida presidencia de Ramallah hasta que se despeje el camino que lo llevará definitivamente a Jerusalem. Mientras su alma ya reposa en la Jerusalem celestial.

Israel hizo del presidente Arafat, un obstáculo para la paz. Pero el obstáculo es la ocupación, el muro y el régimen de apartheid. El obstáculo son los colonos ilegales. El obstáculo son las fuerzas israelíes de ocupación en las calles palestinas. Arafat y nuestro socio en la paz, Rabin, siempre fueron un obstáculo para Sharon. Él no está comprometido con la paz sino con la guerra. El aislamiento que le impusó a Arafat terminó siendo una muerte lenta, que lo convirtió en un mártir de su causa, de su pueblo, de la libertad y de la paz de ambos pueblos palestino-israelí.

El legado del presidente Arafat, ya flamea sobre los minaretes y la cúpulas de Jerusalem. Es el legado de la libertad, la independencia, y el respeto al otro. El presidente Arafat ha buscado siempre este camino, y ha dado la vida. El pueblo palestino y su liderazgo, pese a la dolorosa falta de su líder, ya echó a rodar sus instituciones democráticas y seguirán adelante con el legado del rais Arafat, con sus esperanzas y sus palabras: “No olvidéis que hemos sobrevivido al imperio romano”.

* el autor es Embajador de Palestina en la Argentina

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